ISSN: 2665-3974 (en línea)
Lua revista 5, enero-junio 2021
Por William Leal Pushaina – [email protected] y Ana Melisa Zabaleta – [email protected]
Esta entrevista se realiza en el marco de la investigación: “Aproximación crítica a la obra Los dolores de una raza, del escritor wayuu Antonio J. López Epieyuu”. Se lleva a cabo con el objetivo de ampliar información y datos específicos sobre la vida y obra de este autor representativo de la literatura indígena colombiana, particularmente, del acervo wayuu. La novela es una narración que conjuga testimonio y crónica y relata los azares que gobiernan la vida del wayuu a principios del siglo XX.
Wieldler Guerra Curvelo es un antropólogo de origen wayuu que se ha preocupado por alzar la voz en pro de su comunidad para el reconocimiento del wayuu con un legado ancestral milenario. Su vínculo filial con Antonio J. López le permite entablar un diálogo ameno y dinámico que resulta de gran importancia para los propósitos planteados por los investigadores. El texto que acá presentamos consiste en la primera parte de la entrevista realizada el 10 de junio del 2020.
Weildler Guerra se mostró siempre atento a nuestras dudas y de forma coloquial y cercana explicó detalladamente su relación con el escritor Antonio Joaquín López:
W.G: La mujer de Antonio Joaquín López, su esposa principal, fue mi tía Isolina Uriana, una gran mujer depositaría del Walhlaj de nuestra familia” (El Walhlaj para los wayuu es una figura muy importante en las prácticas rituales, tal figura puede tener forma humana, animal o una mezcla de ambos). Además, Antonio Joaquín era prácticamente un cuñado de mi tío Glicerio Tomás Paz Uriana, otro escritor wayuu. La vida de ellos está llena de anécdotas conjuntas, largas parrandas, de cosas que compartieron juntos a lo largo de la vida.
En nuestro recorrido de investigación descubrimos que Antonio Joaquín López era reconocido entre su comunidad como Briscol, aunque era un hombre popular, con un sentido de la vida muy peculiar y misterioso, en la actualidad resulta difícil obtener información específica sobre fechas de su nacimiento y su muerte o de las correspondientes a la publicación de sus obras. ¿Tiene conocimiento de estas fechas?
W.G: La fecha de nacimiento aproximada del escritor fue 1903. En sus últimos años de vida quedó ciego. Su tumba se encuentra en el cementerio de Yororoquí cerca del corregimiento La Unión, del municipio de Uribía. Antonio Joaquín era un hombre muy querido, sano, ejerció de mediador en muchas guerras indígenas. La comunidad le tenía gran respeto. Las obras publicadas de este escritor son: Los dolores de una raza, El calvario guajiro, El memorial de agravios y un diccionario wayuu, pero de ninguna de ellas se sabe la fecha de publicación inicial.
Con tono reflexivo Guerra sigue resaltando que Antonio Joaquín era un gran hombre y que representaba la heterogeneidad del indígena:
W.G: Él (Antonio Joaquín) es una mezcla, es un wayuu completo, pero a la vez tiene una gran influencia hispánica, de hecho, sus antecedentes son europeos hispánicos por parte paterna. Entonces él va a tener una cantidad de elementos que le otorgan una particularidad a su visión y connotación del mundo wayuu. Me duele que sus familiares en el afán de enaltecerlo han introducido en su biografía unos estudios que no tenía: un doctorado en Derecho en Europa, otro en Buenos Aires. Cosas que no debemos introducir porque eso no le va añadir grandeza a un hombre que contribuye significativamente a la consolidación de lo que podríamos llamar “etnoliteratura wayuu”.
La conversación se siguió extendiendo entre las respuestas a interrogantes puntuales y otros que surgían naturalmente. En un momento se comentaba sobre la incidencia o no de la historia (los hechos reales) en los sucesos que se narran en Los dolores de una raza. Guerra en su intervención recordaba que Antonio Joaquín López vivió la esclavitud indígena:
W.G: Los wayuu resistieron toda la presencia española de los siglos XVI, XVII y XVIII y no se dejaron esclavizar. Al final, cuando llegó la República los prisioneros de guerra, los tomados en guerra, fueron vendidos por otros wayuu a circuitos de esclavos que los llevaban a trabajar en las haciendas agrícolas del Perijá en Venezuela. La gran ventaja de Antonio Joaquín es que empieza a documentar esto en una época temprana. Publica a nivel nacional cuando no había posibilidades en Riohacha ni todavía aún en la propia Maracaibo. Y él empieza a publicar por fuera, lo cual es fascinante. Su novela es una obra testimonial con elementos hispánicos y wayuu, porque conocía muy bien la cultura.
Lo anterior permite entender por qué Los dolores de una raza es la novela más reconocida del autor, además de su carga narrativa y significativa (debido a lo que cuenta sobre la historia de la comunidad wayuu), se tiene que esta novela representa lo que podríamos denominar un “proceso de transición” de la Oralitura a la literatura – impresa -. De forma acertada Guerra Curvelo puntualiza:
W.G: Es importante leer y analizar a Antonio Joaquín como parte de una generación de escritores indígenas que dieron el primer paso en ese proceso de transición de lo oral a lo escrito. Los escritores que hacen parte de esta generación son: Antonio J. López, Glicerio Pana, Miguel Ángel Jusayú y Ramón Paz Ipuana. Con ellos nace ese tránsito de la oralidad pura a una escritura que va a tener elementos wayuu. Un poco de la vida, del transcurrir de la vida entre los wayuu, sus disputas, sus dramas sociales, la convivencia y la coexistencia no siempre armónica con el arijuna, pero lo hacen a través de cánones literarios y estéticos occidentales.
Tanto la vida del autor como la novela dan cuenta de un pensamiento crítico ante la situación de la nación y el pueblo wayuu. ¿De qué manera se hace manifiesta esta postura del autor en Los dolores de una raza?
W.G: Antonio J. López debe ser entendido como un hombre crítico con unas relaciones de fricción. Unas relaciones muy excluyentes. Él trató de hacer inteligibles instituciones wayuu a “los otros”, explicarle al mundo arijuna (persona que no pertenece a la comunidad wayuu) cómo ocurrían las prácticas y dinámicas del mundo wayuu, pero también la vigencia de esas prácticas que se creían ya olvidadas, como la esclavitud. En Los dolores de una raza él (Antonio Joaquín) narra la importancia de las carreras de caballos, la danza, el amor. Pero también denuncia nuestras guerras claniles, el tráfico de los wayuu, las migraciones, las estaciones del invierno, el mestizaje. Nos va describiendo un momento de la historia del pueblo wayuu, un presente etnográfico de lo que en ese momento eran las prácticas cotidianas del universo wayuu.
Durante la entrevista fueron recurrentes las anécdotas cómicas, el recuerdo de hechos históricos en los que se involucró Antonio J. López y algunos referentes de críticos que se preocupan por la narrativa del autor. Entre ellos investigadores como Miguel Rocha, Juan Duchesne, Laura Lema Silva, Ana María Ferreira. Cada uno de ellos interesados por lo heterogéneo que resulta el caribe visto desde el acervo literario wayuu. Una de las anécdotas que compartía la relataba así:
W.G: Tenía un ego inmenso Antonio Joaquín, una vez lo fue a visitar un primo mío, fue a ver cómo estaba el ¡gran escritor! Pues al final era la vida de un ciego que no tenía los elementos materiales de riqueza, vivía, pero se cavilaba en sus pensamientos y ahondaba. Y mi primo le dijo: ¿Qué te pasa Antonio Joaquín? – él respondió – nada, así es la vida con los grandes hombres: Cristo, Bolívar y yo. Así era Antonio Joaquín […] Lo que más me duele es que él pensó que La Guajira lo iba a valorar más y si algo ha sido injusto es la poca valoración que hemos tenido a Antonio Joaquín López porque él fue un hombre que denunció tempranamente muchos atropellos contra la población wayuu a través del Memorial de agravios, Calvario guajiro y Los dolores de una raza.
Esta primera parte la entrevista tuvo la intención de acercar al lector al reconocimiento del escritor wayuu al responder al interrogante ¿Quién era Antonio Joaquín López Epieyuu? En diálogo ameno Weildler Guerra logra hacer un recorrido por los momentos más significativos de la vida del autor y explica el aporte de Antonio J. López Epieyuu al acervo literario wayuu. La segunda parte de esta entrevista será publicada en el siguiente número de Luarevista.com y en ella el diálogo se abre hacia temas como el recorrido editorial de la obra y algunos acercamientos a la crítica sobre literatura wayuu de los académicos ya mencionados.