Amor

Amor

ISSN: 2665-3974 (en línea)

Lua revista 7 y 8, enero-junio/julio-diciembre 2022

Ana Gabriela Banquez- [email protected]

El amor,

no se cree suficiente cuando el amar,

no alcanza para quién no desea ser amado.

Y se esconde,

Se pierde en lo más profundo y recóndito del olvido.

Porque, simplemente en ese lecho oscuro siente que no pierde su luz.

Y canta,

melancólicas estrofas, sin saber si habrá oídos capaces de escucharle.

Y se muestra,

tan puro y bello, aunque no sea posible para los ojos mirarle.

Y te abraza, 

te aprieta la vida, hasta alcanzar asfixiarte con sus brazos impalpables.

Te muestra felicidad, aunque no se olvide de los momentos de tristeza.

Y te hace admirar con total ceguedad los puntos fuertes de aquel,

que en medio de su involuntad añora estar con aquella,

que se vuelve tu competencia sin así pedirlo.

Y finalmente,

construimos nuestros lazos imperecederos, hasta que él muera,

o nosotros lo hagamos,

lo que suceda primero.

Lazos

          Enlazados están los poros de mi piel a aquellas manos cálidas y calladas que sutilmente desvestían mis penas con amor.

          …Navegaban a trayectos cortos por mis debilidades; me hacían suya. 

               Y en ese insolente robo, mis labios solo callaban.

Resistía con esfuerzo altivo mi vehemencia  por dar pare a tan indebida desfachatez,

             pero, en poco tiempo mi cuerpo borró su necedad.

En él supe adorar el pecado, penitente en el silencio del placer…

             Entre sus labios hechiceros mis piernas hozaron temblar con tenaz gustosidad,

             sintiendo en plena altivez la encendida furia con que desvestía mi lujuria.

             De puro gusto… ¡Ay, alma mía! Te dejaste arrebatar la inocencia y la pureza.

             Ya hoy, no vale cuánto arrepentimiento cargue las penas mías.

Palabras clave: Lazos, amor, cuerpo, placer, pureza, inocencia, alma.

Culpable

¿Será inocente el hombre que bajo su miedo desprende la vista del sufrimiento ajeno?
Entre lagos de lágrimas y ríos de penas,

                     deshaciéndose de la mirada, 

                                     aún teniendo pedradas que pesan en la garganta.

Huyendo a ventajosas individualidades, 

mientras realidades ignora,

haciéndose indiferente a esas frágiles vidas que huelen a martirio.

Como si entre muslos y piel,

                     no se identificara con los dolientes demacrados desde el alma hasta la razón.

Sin derechos, palabras, voto u opinión, y quizás una identificación.

El don nadie, que no registra en tu mente o tu nación.

Y tienes voz,
                    porque eres bueno obedeciendo al sádico,
                              porque en tus ojos asomas mezquindad,
                                    porque tu alma es todo despojo de bondad.

Entonces mueres sin esencia de lucha,
y sufres, al llegar la culpa con la que en tus noches de conciencia dudas,

¿Qué bando merece mi ayuda?

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