ISSN: 2665-3974 (en línea)
Lua revista 5, enero-junio 2021
Emperatriz Miranda – [email protected]
¿Quizás exista algún mágico y misterioso lugar donde flota perenne una vida que con nostalgia recordamos, donde igual se cristalizan las promesas rotas de un hubiera siempre esquivo?
En él oscilan desoladas las personas y mascotas que con tristeza nos han abandonado, situaciones y episodios que un día nos alegraron, o por las cuales amargamente lloramos.
Es un universo lejano y perdido de tristezas y de alegrías, de flores, de colores, de amores y de canciones, de sonidos de campanas, de palabras, de susurros amorosos, de lluvia y de arena mojada.
Ahí habita el cascabel sonoro de mi risa infantil,
la ingenuidad e inocencia de antaño,
los rizos de mi cabellera rebelde.
Están los hoyuelos perdidos de mi mejilla rosada y fresca.
Pérfido se encuentra el momento triste en que mis labios perdieron su locuacidad,
el instante violento cuando aprendieron a callar el grito de mi inconformidad
indeleble se encuentra el día que mi piel lozana se marcó con este gesto adusto y serio.
Ahí está aún la niña que fui ayer. El padre que me alzaba en hombros,
siento aun la felicidad de ese momento, vive mi mascota alegre y despreocupada, todavía está la alegría de ambas.
Hay un lugar, un universo mío donde llego a beber de mi memoria,
ahí me reencuentro con mis muertos, con mi felicidad, mi tristeza y con mis recuerdos.
Ahí camina mi esposo que hoy no puede, ahí salta mi mascota que ya no está,
ahí, nuevamente mi padre me sonríe, sigue la huella de los besos que regalé y suave y amorosos aquellos que enamorada a mis dieciséis recibíes.
En él, mis hijos inocentes cantan y juegan.
¿Universo de mis mejores ratos en que dimensión estás? Universo etéreo, universo de recuerdos. Universo de otros, espérame, voy a ti.