ISSN: 2665-3974 (en línea)
Luarevista 3 y 4 , julio- diciembre 2019/enero- junio 2020
Por Diana Rivera Pinilla – [email protected]
Laura Restrepo. (2018). Los Divinos. Bogotá: Editorial Alfaguara.
A qué huele la violencia -le pregunté.
Es un tufo viril de amoniaco y adrenalina- dijo.
Restrepo, Los Divinos
Siendo un mes nublado por la presencia intermitente de la lluvia, me dispuse hace algún tiempo a leer Los Divinos (México, Alfaguara, 2018, 248 páginas), novela de la autora colombiana Laura Restrepo. Debo admitir que mi atención se agudizó al pasar las primeras páginas de la novela, a partir del momento en que el narrador anuncia: “[…] es imprescindible lo que puede suceder de aquí en adelante” (p.106). De manera reiterada, parte de la población infantil en Colombia se ve envuelta en sucesos que parecen sobrepasar la realidad, un tipo de ficción macabra y sin sentido alguno. Este contexto llevó a Laura Restrepo a entregar a los lectores, la versión ficticia de una historia desgarradora de la Colombia contemporánea: el secuestro, abuso sexual y homicidio de Yuliana Samboní, niña de 7 años de edad.
La novela está ambientada en Bogotá y sus alrededores, la autora ubica el contexto en “[…] esos diciembres bogotanos que olían a musgo, a helecho, a frailejón, a pesebre” (p.133). En este ambiente se presentan escenarios donde habitan los ricos, y otros donde viven los pobres. La lógica de estas diferencias responde a la estratificación social, desigual e injusta. De repente, esas barreras sociales desaparecen y se expone el encuentro de dos personas provenientes de cada extremo social, quienes están atadas por la desgracia. Cuando esto sucede la catástrofe toca a la puerta de los grupos sociales marginales donde habita la presa más vulnerable: una niña con una vida tan precaria que su propia realidad ya es un crimen.
Restrepo comenta en “El infanticidio que amotinó a una sociedad”, entrevista de Juan Galindo publicada en El País. (https://elpais.com/cultura/2018/05/10/actualidad/1525958495_754506.html), que para esta novela sentía la necesidad de relatar desde la intimidad y lo más objetivo que encontró fue utilizar la voz de El Hobbit, un integrante de los Tutti Frutti, el grupo de amigos del asesino. A través de este personaje se leen los antecedentes, el desarrollo y el desenlace de un catastrófico homicidio, la confesión cruda de una verdad que ni el propio narrador llega a comprenderla del todo. Tal vez por ello Restrepo en la entrevista antes citada, explica que dicha descripción se hizo en: “frases sueltas, preguntas sin respuestas, respuestas sin pregunta. Imágenes de un mosaico que por momentos se integra y en seguida se dispersa” (2018, p.49).
El lector encontrará en 6 capítulos las características de cada uno de sus personajes. Por un lado, una gama de representaciones masculinas muy particulares que pertenecen a Los Tutti Frutti, fraternidad de clase alta y media tradicional que existe para “declarar el derecho del hombre al placer en libertad” ( p.34). Sus integrantes: El Duque, Tarabeo, El Pildora, El hobbit y El muñeco son hombres con alto grado de egolatría que trabajan las facetas de su vida sobre la atracción, la presión y el engaño. Por otro lado, el papel de las mujeres, que en la narración es eje central. Ninguna se salva de la violencia que otros ejercen contra ellas. Se visibilizan feminidades performativas: madre, esposa, amiga, novia, prostituta, mujer del servicio doméstico o niñas que giran en torno a los deseos de las masculinidades representadas. En Paredro, podcast de la revista 070 (https://cerosetenta.uniandes.edu.co/podcast-paredro-con-laura-restrepo/) se pone en evidencia, a mi juicio lo más interesante de este trabajo literario, la propuesta de la autora sobre la construcción de la escuela del desprecio por la mujer. Según ella se inicia con la madre que dota de completo poder al hijo, continúa con la sirvienta que lo convierte en amo, seguido de la prostituta con quien descubre su poder para mercantilizar el placer, y finalmente, con la esposa con quien ejerce su poder cosificador.
Dentro de esta escuela logramos ubicar a el muñeco, protagonista de la novela, quien actúa bajo un doble signo: instinto y oportunidad. A lo largo de la novela el muñeco sufre una transformación: de joven ególatra a cazador de obsesiones que reafirma su poder sobre las demás personas, en especial las mujeres pobres. Se convierte en un depredador capaz de retar la noche en los “hervideros bravíos donde hace estragos la muerte” (p.242). Su metamorfosis se completa cuando es el monstruo impune “más despreciado en medio de esta ciudad que vive del desprecio, y en el más odiado en este país donde los odios son a muerte.” (p.246). Sin embargo, la mayor sorpresa como lectora, es que este monstruo no ha dejado de ser humano, tragedia que evidencia: “la manera brutal en que un hombre puede llegar a violentar los parámetros de lo humano” (p.159).
Observamos cómo se cierne esa metamorfosis monstruosa, cuando este personaje siente deseo por la protagonista principal de la historia, la niña-niña, quien silenciosa está omnipresente en los acontecimientos. Restrepo compara a la niña-niña con la Alicia de Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo. La niña-niña, como Alicia, ha caído en un pozo oscuro y sin fondo, sin embargo la primera es dirigida a una inclemente realidad social y no al país de las maravillas. Descrita como una ninfa de algún bosque encantado, con su menudo e indefenso cuerpo vestido de princesa, la niña-niña es víctima de un homicidio que retrata las consecuencias de vivir en una sociedad cundida de violentas diferencias sociales.
Este proyecto literario expone la historia ficticia de un crimen que podría ser también el de otras niñas o mujeres que a diario mueren por feminicidios. Por lo anterior, la novela Los divinos forma parte de la bibliografía literaria de las feminidades en Colombia, cuando las masculinidades representadas narran a las mujeres como objeto de deseo, placer y mercancía en sociedades con altos índices de machismo. La novela propone entre otros interrogantes, si el destino es dueño de nuestra realidad o si nosotros lo creamos. De igual forma, al husmear en la maldad absoluta que gravita en un contexto con altos índices de maldad relativa y tolerada, se interroga al lector sobre su propia realidad.
Aunque al inicio no logró engancharme de inmediato la narración de Los divinos su lectura es un ejercicio de análisis sobre el origen de las acciones de sus protagonistas, en últimas radiografía de las acciones cotidianas del individuo. Esta no es la primera vez que la literata, filósofa, politóloga, escritora y periodista Laura Restrepo (Bogotá 1950) nos presenta personajes que ponen en evidencia los límites de la humanidad, a través de realidades estremecedoras, que han sido el detonante de su bibliografía. Entre otras publicaciones se encuentra: La isla de la pasión, Leopardo al sol, La novia oscura, La multitud errante, Demasiados héroes, Hot sur y Pecado. Con su tercer libro, Dulce compañía ganóel premio literario Premio Sor Juana Inés de la Cruz. En el 2004 recibió el premio literario Premio Alfaguara de Novela y en 2006 la codiciada beca Guggenheim por su novela Delirio, una de sus obras literarias más aclamada por la crítica.