Notice: La función _load_textdomain_just_in_time ha sido llamada de forma incorrecta. La carga de la traducción para el dominio roseta se activó demasiado pronto. Esto suele ser un indicador de que algún código del plugin o tema se ejecuta demasiado pronto. Las traducciones deberían cargarse en la acción init o más tarde. Por favor, ve depuración en WordPress para más información. (Este mensaje fue añadido en la versión 6.7.0). in /var/www/wp-includes/functions.php on line 6121
Martica – Lua Revista-e Cultural
Martica

Martica

©Jenilee Montes

ISSN: 2665-3974 (en línea)

Lua revista 5, enero-junio 2021

Anderson Cortina Barraza – anderyecortina@gmail.co

Martica sabía que sería una noche agitada, las fiestas del pueblo habían comenzado así que vendrían muchos clientes al negocio; con lujo de detalle maquilló cada parte de su rostro, pintó sus labios de un rojo intenso que resaltaba muy bien sobre su piel blanca, esparció delicadamente un poco de rubor en sus mejillas para iluminar su cara y sombreó sus ojos con tonos oscuros. De pie frente al espejo, acomodó su escote para resaltar su busto y subió un poco más su minifalda. El producto ya estaba listo para la venta.

Fuera del prostíbulo, la calle estaba concurrida, como era de esperarse, y Martica aguardaba junto a un poste de luz al primer cliente de la noche. Muchos hombres que pasaron junto a ella lanzándole miradas deseosas y algunas mujeres que le daban miradas de repugnancia la hicieron ahogarse en un mar de incomodidad. Se sentía vulnerable ante cada mirada y a pesar de llevar poca ropa, creía estar completamente desnuda ante los ojos de todos. Sin embargo, pensó que aquella estorbosa sensación acabaría con el paso de los días, solo debía superar su primer día como prostituta.

Pocos minutos después, apareció el primer cliente para Martica, un tipo de apariencia nada agradable, con cabello escaso, baja estatura y una barriga prominente. Asqueada por aquella apariencia, se enfocó solamente en pensar en el dinero, en lo mucho que lo necesitaba, en su pequeña internada en la clínica, a la que cada día se le iba la vida y fue así únicamente como se motivó a entrar en una de las habitaciones de aquel lugar a darle placer al repugnante tipo.