ISSN: 2665-3974 (en línea)
Luarevista 3 y 4 , julio- diciembre 2019/enero- junio 2020
Por Sara Durango – [email protected]
Buscada en todos lados, anhelada en todas partes, tú, la compañía de aquellos que por el mundo van y de quienes por un momento se les nubla la vista o simplemente procuran acogerse al sabio consejo que en silencio puedes brindar, eres capaz de ofrecer calma a las tormentas más impetuosas y traer luz a las noches más oscuras.
¿Qué extraño don posees que puedes aliviar el alma abatida tan solo con un momento de quietud, que abres puertas cegadas por el desaliento, la futilidad, o simplemente por la inconformidad del ser? quién más que tú puede escuchar latidos de esperanza en un corazón que muere y los gritos de paz de bocas sordas y ahogadas en guerras impropias o innecesarias.
En ti muchos hallaron la respuesta, otros la salida, y otros tantos se dedicaron a construir sus puertas en la comprensiva compañía que una vez ofreciste, y que, aunque supieras que solo sería un momento, dijiste sí, y gracias a ello salieron, salimos y hallamos un hoy, el cual pudo ofrecernos un mañana, y aunque tu compañía solo fuera temporal para algunos, para otros eres su fiel compañera, amiga, consejera o cualquier otro seudónimo de carácter filial. Ese que nos da el poder de llamarte soledad sin rompernos el corazón y desgarrarnos el alma.