Amor de mi pasado

Amor de mi pasado

©Eliana García

ISSN: 2665-3974 (en línea)

Luarevista 3 y 4 , julio- diciembre  2019/enero- junio 2020

Por Maira Mejía Urieta – [email protected]

De repente te evoqué. Entonces decidí escribirte estas líneas.

Ha pasado mucho tiempo ya desde la última ocasión que nos vimos, tiempo en el cual determinamos ir por caminos diferentes para que cada uno tuviera la oportunidad de continuar con su vida lejos de este amor. Aquellos instantes entrañables y agridulces que marcharon por nuestros últimos días acudieron a mi mente. Me pregunto dónde estás y cómo te encuentras, me complace imaginarte risueño, espontáneo, con esos ojos tan brillantes como las estrellas del firmamento, también recuerdo (con algo de dolor) ese momento triste: nos dirigimos una mirada lánguida y nos alejamos, sabiendo que lo nuestro había llegado a su fin. No obstante, lo habíamos disfrutado.

Desde que llegaste a mi vida todo cambió, en el momento perfecto lograste enardecer mi mundo, entonces entendí lo importante que serías para mí, se hizo imprescindible tu luminiscencia en mi existir, pero, siempre un, pero… todo cambió. Te fuiste y no sabes cuánto me dolió tu partida, saber que llegó alguien a quien le entregas tus besos, tus cálidos abrazos que me agitaban el alma y llenaban de gozo mi corazón. Te enamoraste de ella, le entregaste tu corazón. Siempre habrá para ti un lugar en mi vida, en aquellas noches frías y tristes en silencio pedía a gritos que volvieras y nunca pasó. Aun así, te agradezco con franqueza el dolor causado. 

El tiempo pasó y por fin pude encontrar el sendero a la verdadera felicidad, cuando entendí que no somos dichosos por el dinero, lujos y demás cosas efímeras porque  el simple hecho de existir es suficiente para ser felices. De igual manera comprendí que los días no vuelven. Por eso, es importante ser incondicional, reconfortar a alguien, cuidar, amparar y asistir. entendí que la voz debe ser para fortalecer y no para injuriar, que la anhelada felicidad no es un hado del destino sino una victoria para quien sabe explorar el interior, es dejar de ser víctima de las contrariedades, es hallar un oasis en lo más íntimo de nuestra alma. 

Sin más que decir, te mando un cálido abrazo y un beso de esos que solíamos darnos en aquellos majestuosos atardeceres.

Te recuerda con amor, Maira.