Crónica: Salvadores de la playa por Victor Machado

Crónica: Salvadores de la playa por Victor Machado

©Maria Laura Ise, más de ella en: http://marialauraise.com/
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Víctor Machado – [email protected]

Después de unas horas de espera, cuando el sol se encontraba desayunado, partimos rumbo a la playa, nos movilizamos en dos buses no tan grandes, pero cómodos. Éramos alrededor de setenta voluntarios. En nuestro transporte iban jóvenes estudiantes y profesores dispuestos a contribuir con la limpieza de un tramo de las descuidadas playas de Salgar, en un bonito día. A modo de ritual preparatorio unos se colocaban bloqueador solar, algunos se tomaban fotos y otros solo se disponían a descansar en el viaje. El director de la jornada de limpieza nos comentaba algunas recomendaciones para la recolección de residuos y cómo se debían clasificar.

Al llegar a la playa la emoción se sentía en los rostros sin discriminar. Como niños en su primera visita al parque de diversiones, salimos disparados a observar todo lo que nos brindaba el entorno: el cielo claro, el mar enfurecido, como queriéndonos decir con sus olas ensordecedoras que las cosas van mal, pero todo puede mejorar, sumando el viento fuerte, siempre fuerte para los días de febrero, viento que para Paul Valery aprecia como sinónimo de vida: ¡El viento se levanta! … ¡Hay que intentar vivir!.

Después de una breve presentación supimos por qué estábamos reunidas diversas personas en torno a un solo fin: creíamos que contribuiríamos a limpiar un tramo de las playas de los residuos que vienen a parar en ella. Profesores, alumnos, miembros de la armada y un grupo ecológico llamado Green Generation nos dábamos cita en una mañana soleada de febrero para bajar un poco el impacto negativo que causan las basuras que llegan al mar y las orillas de las playas. En medio de la jornada además de recolectar residuos tuvimos la oportunidad de compartir con personas que al ver la problemática ambiental que pasamos no quieren quedarse con los brazos cruzados. Todos teníamos un mismo objetivo y era recolectar la mayor cantidad de residuos que encontráramos, residuos que iban desde una chancleta vieja que millones de descuidados pudieron perder sin querer hasta un tapete que, no creo que por un descuido, haya llegado hasta la playa. Sumado a ello: botellas, latas, peines y otros objetos más logramos sacar.

Al final de la jornada el objetivo estaba cumplido, la limpieza del tramo de la playa de Salgar estaba hecho, pero el resto seguía lleno de kilos y kilos de basura. Las caras cansadas se permiten una mirada perdida hacia el mar que trae toda esa basura entre la que el tramo limpio se pierde, ese mar que es tuyo, mío y de todos.