La redención de Babel

La redención de Babel

ISSN: 2665-3974 (en línea)

Lua revista 5, enero-junio 2021

Por Samuel Posada Heras – [email protected]

Rómulo Bustos. De moscas y de ángeles: antología poética (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2018)

Durante el desarrollo de una clase, en mis últimos días universitarios en el año 2019, un profesor me contó que Rómulo Bustos había ganado el Premio Nacional de Poesía, cosa que no me sorprendió.  He sido aficionado a sus poemas y sabía de la calidad de ellos, así que busqué un motivo simple para hablar de la antología llamada De Moscas y de Ángeles (2018). Este poemario tiene una vasta colección de su obra donde se destacan libros como La estación de la sed y El oscuro Sello de Dios que muestran una postura “total” de todos sus poemas. Es una constitución lírica que toma como punto de partida la perspectiva del hombre, durante el enfrentamiento contra Dios.

Esta última idea me recordó aquella narrativa  bíblica de “La torre de Babel” donde se afirma que el origen de las lenguas es el castigo del hombre por haberse rebelado contra Dios. Si esto es verdad o no, poco importa, lo fascinante está en su idealidad:  En la suposición de que la multiplicidad de lenguas sea el recuerdo que, alguna vez los hombres intentamos estar en el nivel de los dioses, el arte se hace entonces una construcción revolucionaria, un combate estético de ideas y el poema es el estado de la palabra donde el verso es superior a todo símbolo divino.  En esta sagrada historia igual que en los poemas de Bustos, hay una sublevación hacia lo sagrado, la diferencia es que la poesía consiguió lo que la arquitectura (la torre) no pudo, por ello, Babel ha obtenido su redención.

La manera en que Bustos lo logró resulta una de las formas más atrayentes, en este camino estrecho que hay entre la religión y la poesía. Él presentó enunciados simples que no hacían tan resaltante la rebelión del yo lírico. Por el contrario, escondió en los versos la dualidad de lo siniestro y lo atrayente al hacer que las imágenes recreadas no sean ni hermosas, ni repelentes. Creo que el poeta no tenía pretensiones estéticas elevadas. Fueron imágenes neutras, pues no hubo necesidad de centrarse en la conversación de las formas de los versos, sino permitir que cada poema sea libre en sí mismo. Es decir, que no haya una imagen única que cuestione y se rebele contra lo santo. Sino que, en lo rutinario, se haga visible tal rebelión.

Considero que para leer a tan singular poeta es necesario entender que el poema como construcción humana, está por encima de los dioses, por el hecho de que  es ficción y los dioses son mentira. Por eso, esta vez no aplica aquella reflexión moral que dice “y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Por el contrario, conoceremos la libertad y esta nos hará verdaderos (aplica solo en la lectura de la antología).  El encontrarse con la potestad de ser, sin depender de una deidad es lo que hará al hombre, más hombre, más verdadero.

Como ejemplo de lo anterior, está el poema de “Escena en Marbella” que solo necesita tres versos para lograr la igualdad entre hombres y dioses, el poema dice: “Junto a las piedras está Dios bocarriba/ Los pescadores en fila tiraron largamente de la red/ y ahora yace ahí con sus ojos blancos mirando al cielo” (p.73). Y allí sabemos que aquel Dios no está en su trono, sino que ha caído y los hombres han tomado fila para tomar parte de él. Esto muestra que, dentro de la poesía de Rómulo Bustos, los mortales y los inmortales, han llegado al mismo mar, y en este mar, ambos carecen de fuerza, pues unos necesitan redes para jalar y otros  no pueden  levantarse de las piedras.

Así las cosas, caminar por el camino de Bustos, es de alguna manera conocer la gloria de Dios y palparla con las manos sucias (manos humanas); porque con él resulta posible acercarse a lo sagrado sin temor, pues los dioses solo son hombres con más imaginación y el poeta cumple la función de ser el redentor de aquellos que se sublevaron y cayeron. Nietzsche dijo, “Dios ha muerto”, la poesía ha dicho, “Dios está bocarriba”.

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